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La depresión del cofrade

En estos días mucho se habla, en un tono un tanto romantizado, de la depresión del cofrade o lo que es lo mismo, esa «bajona» post-Semana Santa que muchos dicen padecer estos días que siguen al cierre de las puertas de Santa Marina. 

Lo que no saben es que existe otra depresión del cofrade. Y es mucho más seria. 

Porque la depresión es esa Cofradía de un Ruán tan negro que no deja escapar ningún atisbo de luz. 

Es una penitencia descalzo de las de barrio lejano, abrasadora y asfixiante por momentos pero heladora y desangelada en otros, y eso cuando no aparece la lluvia. Y como si el suelo estuviera lleno de cortantes cristales y clavos oxidados. 

Su ansiedad es como la de ser costalero de un pesado misterio bajo un grueso terciopelo y sin respiraderos calados, portado su peso a dolor y sin costal sobre tu cuello desnudo. 

Y así, la depresión no es como algo que se rompe y que luego, con más o menos dificultad se pueda recomponer. 

No. La depresión es una erosión constante, como la suela de la zapatilla del costalero cuando roza el asfalto. Como la cera de la vela que se quema y se derrite cayendo al suelo. Como el incienso que se quema y desaparece en débiles volutas para no volver. 

La depresión es una Madrugá inversa que de la Salud, la Esperanza y la alegría comienzas a caer sentenciado a recorrer tu propio Calvario con el Mayor Dolor y hasta terminar en el Silencio, en el grito callado de ayuda que nunca llega. 

Porque como el Señor ante Herodes, el silencio acaba siendo la última vía ante quienes te ponen la túnica blanca de loco y te llaman exagerado. Es la salida desamparados ante aquellos que, de una u otra forma, se burlan de tu enfermedad recetando siempre Salud y Buen Viaje. 

No es sencillo sentirse abandonado y Cautivo incluso aunque nunca camines solo. Simplemente que no ves que llegue ningún rescate al rosario de Penas y Lágrimas que te afligen. Sin refugio, sin Consuelo, sin Auxilio. 

Hasta el punto que algunos, cuando la Agonía es tan grande, solo ven un Buen Fin y una Resurrección en una Buena Muerte. 

Más de 2 millones de personas en nuestro país sufren de depresión, una enfermedad invisible que no siempre responde al arquetipo de persona depresiva triste y apática, pues no pocas veces una sonrisa puede esconder un profundo sufrimiento. Por otro lado, el suicidio, tema tabú que muchas veces se evita y casi siempre relacionado a estas patologías, cifra en España cerca de 4000 fallecimientos siendo la primera causa de muerte no natural externa. 

De entre esas cifras, ¿cuántos serán o habrán sido hermanos de Cofradía o compañeros de banda o trabajadora? ¿Cuántos compartirán está pasión? 

Ahora que está de moda visibilizar la salud mental pido que no frivolicemos con algo tan serio.

Entiendo que nadie usa esa expresión con maldad, pero algo que en el fondo es simple nostalgia por algo bueno que se ha vivido y que por ello se echa en falta no es comparable a esto. 

A cómo sí es la depresión para un cofrade. A cómo la siente este cofrade que, desde sus adentros, necesita romper ese silencio.

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